Cría de parasitoides para el manejo integrado de la broca del café

Con esta tecnología, el productor disminuye las pérdidas por daños al grano, sus costos de producción y la contaminación ambiental.

La práctica agroecológica en referencia se orienta a evitar o reducir las pérdidas o los daños que padecen los cafetaleros debido a las plagas y enfermedades en sus cultivos, las cuales inciden negativamente en la producción y la calidad del grano.

Entre las plagas que más afectan a los cafetos  se encuentra la broca del café (Hypothenemus hampei), que es una especie nativa de África que llegó al país por los intercambios de café que se han dado a lo largo de la historia. La broca del café se ha tornado endémica en las plantaciones comerciales del cultivo; en sus períodos más severos, esta plaga ha generado pérdidas superiores al 80 %. Para hacerle frente, la práctica más utilizada ha sido el control químico con productos de alta toxicidad para los humanos y los agroecosistemas, de los cuales quedan residuos en el grano y sus subproductos.

Dadas las actuales tendencias alimentarias —caracterizadas por el consumo de alimentos sanos y libres de agroquímicos— el control de plagas mediante el uso de productos químicos coloca en riesgo al café en el mercado internacional.

En este sentido, el Instituto Hondureño del Café (IHCAFE) promueve el Programa de Manejo Integrado de Plagas para reducir el uso intensivo de insecticidas químicos. Como parte de este programa y mediante convenios de investigación en Centroamérica y el Caribe, la institución desarrolló, validó y ha comenzado a difundir el uso de un enemigo natural (el parasitoide Cephalonomia stephanoderis/Betrem) para el control biológico de la broca. Dicho parasitoide, al que los productores de café de Honduras le llaman  “avispa de Costa de Marfil” o “avispita”, fue introducido desde África. Este organismo tiene una acción depredadora, con amplia capacidad de adaptación a las diferentes zonas cafetaleras.

El uso del parasitoide se complementa con el control etológico, que se basa en la disposición de un atrayente natural en trampas. Con ambas técnicas, se ha determinado que se disminuye o elimina completamente el uso de insecticidas para el control de la broca, con lo cual se estaría aplicando lo que se conoce como tecnología limpia en el sendero de ecointensificación de la bioeconomía.

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