La extensión agrícola debe girar al modelo participativo

Hacer un paralelo entre el modelo tradicional de extensión agrícola y el que hoy se promueve -de evidente eficacia-, deja en claro porqué es necesario considerar un cambio hacia esta segunda alternativa. “El tradicional o Modelo de Difusión de Información y Tecnología tiene como objetivo principal mejorar e incrementar la producción agrícola por medio de la transferencia […]

Hacer un paralelo entre el modelo tradicional de extensión agrícola y el que hoy se promueve -de evidente eficacia-, deja en claro porqué es necesario considerar un cambio hacia esta segunda alternativa.

El tradicional o Modelo de Difusión de Información y Tecnología tiene como objetivo principal mejorar e incrementar la producción agrícola por medio de la transferencia de información a los agricultores a través de tecnologías desarrolladas por investigadores, usualmente en un laboratorio o una estación experimental”, dijo Brenda Ortiz, profesora y especialista en Extensión de Cultivos, Suelos y Ciencias Ambientales, de la Universidad de Auburn, California.

Dicha metodología contrasta, de manera significativa, con el actual Modelo Participativo, el cual, teniendo como objetivo la innovación, se nutre de información, conocimiento y habilidades de los mismos agricultores, quienes lo transmiten a los otros agricultores.

La idea es que ellos innoven y que adquieran las habilidades, capacidades y conocimientos, que puedan adaptar por sí mismos, ajustándose al sitio y al contexto en el que viven”, concluyó la docente.

En torno a las estrategias y características de los dos modelos, la experiencia ha demostrado que mientras el tradicional recurre a paquetes tecnológicos transferidos a través de agentes de extensión, en el participativo esos paquetes son originados por el propio agricultor con destino a otros agricultores.

Lo anterior implica que, en tanto que en el modelo anterior los agricultores ejercen un papel pasivo y su participación se limita a la de simples receptores de todo tipo de prácticas, en el nuevo se les convierte (a uno y otro) en actores activos y principales dentro del proceso.

La importancia del aprendizaje grupal 

En este modelo participativo, comenta la especialista, los procesos buscan promover un intercambio de ideas con los agricultores para lograr una identificación de sus conocimientos: qué tanto saben, qué tantas habilidades tienen, entre otros, con el fin de conocer sus problemas y necesidades y conjuntamente plantear soluciones.

Otro concepto importante que resalta Brenda Ortiz en esta comparación de los dos modelos es el de ‘innovación’, el cual se enfoca, en el tradicional, en identificar a aquellos agricultores que son innovadores y que adoptan prácticas antes que otros. Sin embargo, este tipo de agricultor trabaja en grupos reducidos, de los que se espera una transferencia de trabajos y conocimientos adquiridos al resto de la comunidad, algo que no siempre sucede.

Cuando el aprendizaje se hace en grupo y se permite ese intercambio de conocimientos de agricultor a agricultor, se aumentan las capacidades y posibilidades de aprendizaje, planeamiento y resiliencia. De otro lado, se alcanza una mayor apropiación del agricultor al modelo y a las estrategias que el grupo considera importante para ese territorio”, dice la ingeniera

Otra de las diferencias planteadas en su charla, es la relacionada con las metas de cada método. En el tradicional el enfoque está dirigido en muchas ocasiones a la productividad y la rentabilidad, distinto al participatorio que tiene en cuenta los anteriores y les suma el manejo ambiental y la sostenibilidad social.

Adaptando y adoptando nuevas prácticas 

Brenda Ortiz es incisiva en que no pueden seguirse diseñando estos programas de extensión como se hacía en el pasado. Según ella, cuando se habla de adaptar y adoptar una práctica, deben identificarse estrategias a usar y determinar los factores que influyen en los comportamientos de los agricultores.

Inicialmente, están los factores cognitivos, es decir, que el agricultor sea consciente de que tiene el conocimiento y las habilidades para adelantar esos cambios; así mismo, tener claro de que el cambio conlleva un beneficio con relación a la inversión que está haciéndose y conocer los riesgos que pueden presentarse cuando adapte o utilice esa práctica.

En un segundo nivel aparecen los factores sociales y la influencia del medio, lo cual se asocia con las relaciones sociales del agricultor: ¿cómo influye lo que piensan otros de él en su toma de decisiones?, ¿cómo afectan sus decisiones a los otros? Y en un tercer nivel están los factores relacionados con la disposición: la tolerancia al riesgo, los objetivos que tiene la finca (o proyecto productivo) y la resistencia al cambio.

En este punto, Ortiz recuerda al teórico de la educación David Allen Kolb, experto en aprendizaje experimental y cambio social e individual, y comenta que su Teoría del Aprendizaje a través de Experiencias y Experimentación debe ser tenida en cuenta en el diseño y planeación de programas de extensión y actividades relacionadas.

Así, se crearán oportunidades que apoyen o incluyan tareas de aprendizaje, en las que considera cuatro etapas o fases:

  1. Proveer experiencias concretas
  2. Hacer una observación reflexiva
  3. Asimilar y destilar los conceptos abstractos, y
  4. Hacer una evaluación de ideas nuevas de tal forma que eso resulte en nuevas experiencias y/o conocimientos.

En su experiencia desde la Universidad de Auburn, la docente relaciona algunas prácticas que vienen ejecutando entre los granjeros del sur de los Estados Unidos con nuevas teorías de extensión en las que se diseñan juegos o dinámicas de grupo con el objetivo de facilitar el intercambio de ideas y conocimientos.

Con éstas, el agricultor se convierte en un agente activo, permitiendo además a investigadores y extensionistas evaluar el nivel de conocimiento de los productores con respecto a un tema específico, así como las oportunidades que existen para talleres y uso de nuevas tecnologías.

La utilidad de Facebook en la extensión 

Otra estrategia que menciona Ortiz está relacionada con la utilización de las redes sociales, en particular Facebook. Aunque es sabido que en ciertas regiones de Latinoamérica no hay acceso a esta red, esta es una buena opción.

En la aplicación de estos ejercicios, comenta ella, se crea un grupo de agricultores locales en esta red para adelantar un intercambio frecuente de información y conocimiento. En el mismo pueden participar agricultores, agrónomos, consultores, personal de extensión y de entidades ambientales. Este grupo permite realizar encuestas que ayudan no sólo en el intercambio de conocimiento, sino también en la evaluación de manera indirecta del nivel de conocimiento del grupo

Otra forma de utilizar los grupos es intercambiando información y realizando entrenamientos de manera indirecta; por ejemplo, empleando datos que los productores usarán no sólo para proveer información, sino para dar entrenamiento a los agricultores, consultores y personal de extensión. Una forma de seguir esta opción es dar ejemplos simples que permitan reducir las barreras del desconocimiento del uso de la tecnología para una toma de decisiones.

Evaluando oportunidades 

En ese sentido, Brenda Ortiz resalta la importancia de empoderar a los agricultores para que usen las tecnologías y desarrollen habilidades y adquieran conocimientos que les permita superar la aversión al uso de esas herramientas, bien por la falta de contacto directo con ellas o al desconocimiento de su uso. Pero igualmente es importante que aprendan a interpretar los datos que arrojan las mismas para apoyar su toma de decisiones.

Por otro lado, la ingeniera considera que se puede recurrir al empleo de mensajes de texto de Facebook o videos. Con estos mensajes se puede proveer al agricultor de un entrenamiento continuo más personalizado, y mediante los mismos se le puede enseñar cómo interpretar los datos, para así interactuar con el extensionista y hacer una mejor toma de decisiones.

El intercambio de ideas con agricultores y personal de la industria permite evaluar oportunidades, tecnologías a nivel de campo y llevar la experiencia demostrando sus ventajas a otros agricultores. Adicionalmente, el llevar a cabo una experimentación en campo no sólo ofrece ventajas al agricultor, sino también permite entrenar a estudiantes que en el futuro pueden ser asistentes de extensión, consultores privados o personal de la industria.

Finaliza la experta diciendo que estos ejercicios de interacción que realizan con los agricultores incluyen una recolección de datos que luego son compartidos en una acción de Día de Campo, a la que se invita a otros agricultores, personal de extensión y de la industria, para que éstos compartan con los demás asistentes sus experiencias y, de esta manera, generar ese intercambio de «productor a productor».

Brenda Ortiz @BrendaOrtiz_PA hizo parte de la Agenda Cultura del II Encuentro de Experiencias Exitosas de extensión Rural en América Latina y el Caribe. La jornada, completa, puede verla haciendo clic aquí.

Fuente:

https://iica.int/es/prensa/noticias/la-extension-agricola-debe-girar-al-modelo-participativo

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